viernes, diciembre 12, 2014


2014: Cuatro grandes crisis en las que Europa está enfrascada

 

Shen Xiaoquan, investigador del Centro de Investigación de Asuntos Internacionales de la Agencia de Noticias Xinhua

 

Hay un dicho en francés que dice: “El que no haya noticias es buena noticia”. Antes, los medios de comunicación no difundían muchas noticias sobre Europa, lo que demostraba que ahí se disfrutaba de una buena vida. Una mirada retrospectiva al casi finalizado año de 2014 revela que Europa se convirtió en un foco noticioso en el que las malas noticias llegaron en tropel. Sin importar que vinieran del terreno económico-social o del campo de la seguridad política, Europa se batió en una crisis de la que le ha resultado extremadamente difícil liberarse.

 
Cuatro aspectos en los que se ha concentrado la incesante crisis de Europa

 
1.- Las sombrías perspectivas económicas

El periodo más acuciante de la crisis de deuda de Europa, que estalló en 2010, es cosa del pasado. No obstante, aún no se ha marcado el inicio de la tan anhelada recuperación económica generalizada. Los reveses causados por las secuelas de la crisis de deuda, por las dificultades en la reforma estructural, por el resultado restrictivo que produjo la austeridad fiscal obligatoria, a lo que se añadió el impacto de la crisis de Ucrania en el entorno comercial, condujeron a que oscilara el bajo avance del crecimiento económico de Europa. A partir del segundo trimestre de este año comenzó un estancamiento de la eurozona con un crecimiento económico registrado de cero. Incluso la primera potencia económica de la Unión Europea, Alemania, que se destacó durante la crisis de deuda, tiene hoy dificultades para hacer frente al deteriorado entorno comercial. El comercio es el pilar de Alemania. La partida comercial de Alemania es enorme con Rusia y con los países de Europa del Este, sin embargo, tras la crisis de Ucrania, las sanciones impuestas a Rusia por Occidente causaron directamente el estancamiento y la contracción comercial de Alemania con estos países, y el deteriorado entorno externo restringió la tasa de crecimiento económico de Alemania. Francia experimentó peores adversidades: La elevada deuda y el déficit masivo continuaron escalando hasta alcanzar sus niveles más notables, lo que hizo que Francia se convirtiera en “el peor alumno” de la eurozona. Funcionarios de Francia divulgaron en septiembre que el déficit fiscal gubernamental de este año aumentó 4.4% en comparación con el 4.3% del año pasado, y que en 2015 continuaría manteniéndose en un nivel de 4.3%, sobrepasando persistentemente la línea roja de 3% de la eurozona.

 De cara a la situación económica de Europa, el Fondo Monetario Internacional emitió a principios de octubre una advertencia en la que decía que actualmente “la eurozona tiene un 40% de posibilidades de caer en su tercera recesión desde que estalló la crisis financiera. La revista inglesa “The Economist” publicó un artículo en el que consideraba que el problema económico más peligroso del mundo estaba en Europa.

 
2.- El avance de la ultraderecha

La agravada crisis económica-social ha generado un sentimiento popular de inestabilidad y una pérdida de confianza, mismos que se han convertido en fenómenos sociales comunes en cada país de la Unión Europea, y estos materializados en el terreno político se convierten en caudales de ultraderecha y de euroescépticos. Esto quedó verificado en mayo de este año en los resultados de las elecciones del Parlamento Europeo. En estas elecciones conocidos opositores de la Unión Europea, el Frente Nacional Francés y el Partido de la Independencia del Reino Unido, lograron contundentes victorias, impactando significativamente en la corriente principal de los partidos políticos del Parlamento Europeo. Tómese como caso el Frente Nacional. Este partido sacó ventaja del sentimiento popular antieuropeo y con la consigna de “la Unión Europea tarde o temprano colapsará, Francia debe salir del euro”, consiguió el apoyo de un creciente número de votantes. Partidos de ultraderecha como el Frente Nacional francés, que sacan ventaja de la oposición a la Unión Europea como forma para ganar votantes, son un fenómeno extremadamente común en Europa, y con esto puede observarse la gravedad de la pérdida del apoyo popular por la Unión Europea. La élite europea distanciada de la gente ha llegado a su fin.

3.- La popularización del separatismo

El 18 de septiembre quedó marcada como una fecha inusual. La celebración de ese día del Referéndum para la Independencia de Escocia hizo a todos los europeos contener la respiración a la espera de los resultados. Ya fuera en opinión de los ingleses o de los europeos, este hecho marcó un momento histórico de gran relevancia e importancia. Si el grupo independentista hubiese logrado la victoria, entonces la unión de Escocia e Inglaterra, que formó al Reino de Gran Bretaña en 1707, y la fundación del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda en 1801, habrían anunciado su desintegración. La desintegración de Inglaterra habría sido un enorme revés político para la Unión Europea. Esto sin mencionar que los movimientos independentistas y separatistas no son fenómenos aislados en los estados miembro de la Unión Europea (como el caso de Cataluña en España), por lo que no puede ignorarse el efecto dominó que habría generado la desintegración. Afortunadamente, el grupo independentista en el Referéndum de Escocia proclamó su derrota y con ello finalmente se evitó la separación de Inglaterra. No obstante, “la sombra de Escocia” aún pulula por el cielo de Europa.

 Apenas apagada la crisis de independencia de Escocia, el primer ministro británico, David Cameron, lanzó una amenaza a la Unión Europea en la que anunciaba que celebraría un referéndum en 2017 para decidir si Inglaterra permanecería o no en la Unión Europea. Esto refleja el poder y la obstinación de la nutrida ala euroescéptica de Inglaterra. Al tiempo que prevalece el separatismo, el aumento del distanciamiento y el descenso de la cohesión en la Unión Europea no pasan desapercibidos. El futuro de la integración de Europa se tambalea.

 4.-El contundente golpe de la crisis de Ucrania

Durante largo tiempo, Europa mantuvo constante el estado de seguridad posterior a la Segunda Guerra Mundial. A pesar de haber atestiguado la confrontación entre el Este y el Oeste de la Guerra Fría, Europa mantuvo en términos generales y en el sentido básico la paz de la posguerra: la inviolabilidad de la soberanía nacional y la no utilización de la fuerza para cambiar las fronteras de los estados. La crisis de Ucrania alteró el estado básico de estos dos aspectos de la posguerra. La transferencia de Crimea y la separación de Ucrania son los temas que generan mayor ansiedad en Europa, pero lo que causa mayor preocupación es ver que la guerra continúa en Ucrania y que no se puede hacer nada. Anteriormente se decía que en “Europa no hay guerras”, sin embargo, este año Ucrania, desgarrada por la guerra, e Iraq, asolado por una confrontación de largo tiempo, han pasado a ser dos conflictos internacionales de gran atención. De cara a la crisis de Ucrania, es evidente que Europa carece de fortaleza para confrontar a Rusia, y por ello, Estados Unidos “ha vuelto a Europa” para definir la agenda. La OTAN ha redoblado la formación de tropas y Estados Unidos ha fortalecido la implementación constante de sanciones, lo que hace que escale la confrontación de Occidente con Rusia, y que los medios de comunicación adviertan con alarma que Europa ha entrado en una nueva Guerra Fría. Enfrascada entre Estados Unidos y Rusia, y a pesar de estar en contra de las acciones de Rusia, Europa extiende sus esperanzas para que la participación de Rusia en la crisis de Ucrania se solucione por la vía política. Para Europa, poner fin a la guerra de Ucrania es una demanda de su seguridad y no está encaminada a hacer de Rusia un enemigo. No obstante, las acciones de Estados Unidos han puesto en la línea de combate a Europa con Rusia. En el tema de las sanciones, Europa no sólo debe hacer que Occidente confronte conjuntamente al mismo enemigo, sino que también debe evitar dañar sus propios intereses económicos y de seguridad, a lo que se añade también “la Nueva Europa” cerrando filas con Estados Unidos y “la Vieja Europa” ejerciendo presión, lo que arrastra ciertamente a la Unión Europea rumbo a la desesperanza y a la disyunción.

Los cuatro puntos anteriores reflejan la cruda realidad de Europa: la estructura de seguridad tradicional ya se ha resquebrajado, el entorno es similar al de la Guerra Fría, Europa es empujada una vez más a la línea de confrontación de Occidente con Rusia. Esto contraviene el plan de seguridad de Europa tras el fin de la Guerra Fría. La preocupación de Europa es si “el regreso” de Estados Unidos a Europa ofrece una protección confiable a la seguridad, toda vez que la construcción de un sistema de defensa propio e independiente aún está en papel, sin mencionar que aún no se ha podido formular una política exterior y de seguridad común. A esto se suma que una Europa debilitada aún debe soportar el peso generalizado del declive y los avatares de la aún lejana recuperación económica. Por ello, la capacidad de influencia de Europa en asuntos internacionales será indudablemente, de hoy en adelante, limitada y débil.

No hay comentarios.: